Muchos creen que con haber participado en retiros o haber recibido el Espiritu Santo durante el bautizo es suficiente. La verdad es que esto es igual que decir que somos católicos solamente por ir a misa los domingos.
La invocación a la tercera persona de la santisima trinidad debe ser constante, diaria.
Si nos hemos descuidado en ello, podriamos apreciar cambios sutiles o bruscos en nuestra manera de actuar y de hablar.El Espiritu Santo es quien nos ayuda a saber cómo interactuar en cada momento de nuestra vida.
Asi es. Su presencia se siente en quien lo invoca constantemente y es que se hace ver en cómo se dirige a los demas, las acciones y en la toma de desiciones.
Mas que nada es un guia que te indica el metodo correcto de como hacer las cosas. Y quizas algunos no creyentes piensen que los crisitanos somos como titeres que dependen de Un ser. No, Para nada, simplemente alabamos la grandeza de ese Dios padre-Trino, aceptando que somos criaturas suyas y necesitamos de El para seguir adelante.
Es diabólico pensar que porque se tiene varios años formando parte de una comunidad, congregación, ayudando activamente en la iglesia ,se cuenta con Su presencia. Hay que ir más allá, hay que dedicarle tiempo. Debe ser algo que es parte de nuestra rutina diaria. Debe estar en nuestra agenda como el comer e ir al trabajo o al estudio.
Recordemos no ser tibios ante el fuego ardiente del Espiritu de Dios.
Hay muchas formas de invocarlo, llamarlo continuamente como quien llama a un amigo hasta que se haga presente. No tener miedo, pues cuando se derrama, no se siente tal miedo. Solamente pasa por nuetra cabeza estrañeza solo pensar en encerrarnos en casa para hacer esta actividad. No hay una oracion especifica, no hay nada instituido como la unica forma de invocarlo y asi como hay personas, asi hay millones de maneras diferentes de cómo El se manifiesta, y siempre con poder.
Para finalizar quisiera invocarlo con ustedes mientras leen este artíiculo con una oracion muy conocida:
Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.